lunes, 15 de diciembre de 2014

Llevar zapatos de tacón conlleva riesgos

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“Para presumir hay que sufrir”. Este dicho popular es el que se aplican muchas mujeres de todas las edades cuando deciden comprar zapatos de tacón alto –prácticamente imposibles en algunos casos- que, aunque estéticamente pueden resultar muy atractivos, también ocasionan problemas en los pies y la espalda.

Así, tal vez el dicho debería cambiarse por una pregunta que cada uno puede responder en función de sus prioridades: ¿hasta qué punto se está dispuesto a sacrificar la salud por presumir?

Diversos estudios, así como la propia experiencia de muchas mujeres, han confirmado que el uso, tanto continuado como esporádico, de zapatos de tacón excesivamente alto conlleva, como mínimo, dolores en los pies que son completamente innecesarios.

Esto no significa que haya que eliminar los zapatos de tacón por completo del armario sino, simplemente, ser conscientes del tipo de zapato que puede lucirse sin por ello sacrificar la salud.

Ortopedistas y podólogos mencionan que un buen tacón debe ser ancho y tener, como máximo, 3 centímetros de altitud, aunque lo ideal es que esa medida se presente en forma de cuña, ya que se amplía completamente la superficie de apoyo y no se altera en ningún momento la forma natural de la pisada.

Los problemas a los que probablemente se tenga que hacer frente de no seguir estos consejos pueden ser relativamente leves, como callos o durezas plantares, hasta más graves como la aparición de dedos en garra, problemas articulares o deformaciones óseas, debido a que son las zonas de los dedos y el antepié las que soportan todo el peso corporal al llevar tacones.

Incluso, y dados los desequilibrios que se pueden llegar a dar en la biomecánica del pie, los problemas pueden extenderse a la espalda, que se verá afectada principalmente en la zona cervical y lumbar, lo que podría conllevar, además de dolor, molestias como mareos o contracturas musculares.

No obstante, y para todas aquellas mujeres que, pese a todo, no pueden evitar calzarse unos tacones de aguja de vez en cuando, algunas de las recomendaciones más eficaces para evitar rozaduras y dolores son emplear algún tipo de plantilla especialmente adaptada al pie o alguna almohadilla para evitar, no sólo que el pie se deslice hacia la parte delantera sino, también, conseguir una mejor amortiguación.

Igualmente, y tras su uso, conviene sumergir los pies en agua tibia e hidratarlos correctamente, además de realizar una visita al podólogo por si fuera necesario eliminar alguna dureza o evitar daños en los dedos.

Fuente: Guiaortopedia.com
 

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