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El estrés es el enemigo número uno de nuestra sociedad. Corremos de un lado al otro con los minutos contados y, aún así, las 24 horas del día no nos alcanzan. Con este ritmo tan frenético, no es extraño que la ansiedad y el estrés toquen a nuestra puerta. Sin embargo, en ocasiones bastan pequeños cambios en la rutina cotidiana para relajarse y mantener el estrés fuera de casa.
1. Respira profundamente. Busca un lugar tranquilo, donde no
te molesten. Cierra los ojos y toma el aire por la nariz, retenlo y después
expúlsalo suavemente por la boca. Concéntrate en el sonido que hace tu
respiración y en esa sensación de inspiración y expiración. Mientras haces esto
no habrá espacio en tu mente para nada más. Lo ideal es que hagas 20
respiraciones, tomes una pausa y vuelvas a repetir el ejercicio, hasta que te
sientas completamente calmado. Si lo prefieres, con cada expiración puedes
repetirte mentalmente: “estoy relajado, nada me perturba”.
2. Imagine una pared blanca. Busca un lugar donde estés
cómodo y sepas que no te van a molestar. Cierra los ojos y visualiza una pared
blanca delante de ti, recrea ese color e imagina la pared con todos sus
detalles e imperfecciones. Mientras te mantengas concentrado en este ejercicio,
en tu mente no habrá espacio para nada más así que podrás tomarte unos minutos
de descanso y romper el círculo de los pensamientos “rumiantes”.
3. Escuche música relajante. Cada persona es un mundo, lo
que a algunas les puede relajar, a otras les puede alterar. Tendrán que
encontrar la música que les ayude a liberar tensiones. La mayoría de las
personas se relaja con música ambiental o new age pero otras prefieren música
clásica. La idea es que cierren los ojos y se abandonen por completo a la
música. Pueden imaginar como las notas musicales le inundan y le hacen sentir
relajado, como si fuese el caudal de un río que le despoja de todo el estrés.
4. Disfrute de la naturaleza. El contacto con la naturaleza
es una de las actividades más relajantes que existen. Sin embargo, tendrán que
poner un poco de su parte, no se trata de ir a un parque o al mar para
continuar pensando en sus problemas sino aprender a disfrutar del entorno.
Concéntrense en un aspecto, que puede ser el movimiento de las olas o de las hojas
de los árboles. Piensa que forma una unidad indisoluble con la naturaleza y
deja que le embargue esa quietud.
5. Tome un baño caliente. No se trata de que se de una ducha
rápida sino de que llene la bañera, ponga música de fondo y disfrute de un baño
con agua caliente, sin prisas. De hecho, se ha demostrado que los baños con
agua caliente no solo nos ayudan a eliminar el estrés sino que mejoran nuestro
estado de ánimo y nos ayudan a enfrentar la sensación de soledad.
6. Practique sus aficiones. Las citas, los compromisos, el
trabajo y la familia nos roban mucho tiempo y a menudo echamos a un lado
nuestras aficiones porque vamos priorizando otras actividades. Sin embargo, las
aficiones son una increíble fuente de satisfacción por lo que deberíamos dedicarles
al menos unas horas a la semana. ¿Le gusta pintar, leer, ver una buena
película, bailar, hacer manualidades…? Encuentre un espacio en su agenda para
estas actividades porque no solo le reportan alegría sino que también le ayuda
a relajarte y le harán olvidar los problemas.
8. Recurre a la visualización. Se trata de una de las
técnicas más poderosas de la Psicología y es muy sencilla de aplicar, solo
necesita un poco de práctica. Busque un lugar tranquilo y cierre los ojos.
Elige una escena que le resulte reconfortante. Puede ser real o imaginaria,
recréela en sus más mínimos detalles de manera que le parezca estar allí.
Mientras la vive, siente como la tranquilidad y la paz le inundan. Es como si
fuese una película en la que usted es el protagonista y el objetivo es
disfrutar.
9. Aprende a estar plenamente presente. A menudo nos
estresamos porque estamos en un lugar haciendo algo pero pensamos en los
problemas que tenemos que resolver. Esto hace que no seamos capaces de
disfrutar los pequeños placeres de la vida. Por tanto, una sencillísima
estrategia para aprender a relajarse consiste en estar plenamente presentes
cuando disfrutamos de alguna actividad, incluso la más intrascendente, como
comerse una naranja. Concéntrese en las sensaciones que le llegan a través de
los sentidos, descubrirá una dimensión totalmente nueva de cada una de las
actividades que realizas cotidianamente.
10. No se presione. Si no lo logra a la primera, no se
preocupes. Aprender a relajarse es un proceso que conlleva práctica y no todos
logran desconectarse con la misma facilidad. No obstante, la buena noticia es
que una vez que se convierte en un hábito, podrá relajarse con mayor facilidad
y todo le resultará más natural. El secreto está en la perseverancia.
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