lunes, 28 de julio de 2014

El dolor de espalda y las emociones

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Casi toda la población experimentó, experimenta o experimentará algún tipo de dolor de espalda a lo largo de su vida. Lo que la mayoría ignora o no le da la debida importancia es el papel que desempeñan los pensamientos y emociones en este cuadro, llegando a estar en el origen del problema. Entonces, para resolverlo de una forma definitiva, no basta con aplicar apenas un tratamiento mecánico (como el masaje, la rehabilitación con aparatos mecánicos, entre otros) o solamente fármaco, que ayuda a mejorar los síntomas pero no trata a fondo la causa del problema. 

Según David Ponce, escritor del libro "El dolor de espalda y las emociones. Conocerse para curarse" y colaborador del Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Sant Cugat (Barcelona), defiende la necesidad de abordar las dolencias desde una visión holística del individuo y con medicina integral. “Los expertos que se dedican a ello deberían realizar una anamnesis (interrogatorio en profundidad) y exploración a fondo del paciente para encontrar el auténtico origen del dolor, que en ocasiones puede encontrarse en otra parte del cuerpo bien alejada de la columna o, incluso, ser de tipo emocional”.

Hay que tener en cuenta que el estrés y la ansiedad producen una liberación de adrenalina que puede provocar una mayor contractura muscular y ese podría ser el origen del dolor. Esto explica que, aunque no haya ningún problema estructural, como la artrosis, una hernia discal o escoliosis, exista una tensión muscular elevada que produzca el dolor. La posibilidad de que las emociones sean la fuente del malestar lumbar implica que la persona debe llegar hasta el fondo de sus emociones y averiguar qué le pasa para poder curarse.

Cuando se afecta la musculatura cervical, por ejemplo, es probable que haya un problema en la esfera intelectual o temperamental. Son personas que pasan muchas horas leyendo o escribiendo, que soportan mucha tensión, exigentes y difíciles de contentar. El dolor en la zona de los hombros y la parte superior de la columna se asocia, sobre todo, con una sobrecarga, un exceso de responsabilidad, imposibilidad de llevar a cabo las obligaciones.

Y aún hay más. Las alteraciones en brazos y manos se asocian a la falta de libertad e imposibilidad de compartir, las de la zona de las vértebras dorsales se relacionan con las emociones y una sensación de malestar en el centro frénico (localizado en el diafragma que separa la cavidad torácica de la abdominal), de forma que cuando una persona recibe una mala noticia, le falta la respiración y siente malestar en los pulmones y el corazón e, incluso, es habitual llevarse la mano al pecho.

¿Por qué sucede todo esto? Debido a esa interconexión de los sistemas motor y nervioso citada antes. "El sistema nervioso, mediante las neuronas, los neurotransmisores y los impulsos eléctricos, permite que el pensamiento llegue hasta el tejido muscular en forma de una acción y, quizás, de una contracción (voluntaria o no). Las emociones provocan de igual manera respuestas que se traducen en pensamientos conscientes o inconscientes que, a través del sistema nervioso, llegan hasta los músculos, los órganos, los vasos o la piel", dice Ponce.

Otras veces, detrás del dolor de espalda se pueden esconder problemas económicos, familiares, de personalidad, problemas de pareja... En cualquier caso, el papel de las emociones en el dolor de espalda no debe banalizarse, sino que hay que tenerlo en cuenta y hacer al paciente partícipe de su curación.

Fuente: Consumer.es

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