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Casi toda la población experimentó, experimenta o
experimentará algún tipo de dolor de espalda a lo largo de su vida. Lo que la
mayoría ignora o no le da la debida importancia es el papel que desempeñan los
pensamientos y emociones en este cuadro, llegando a estar en el origen del
problema. Entonces, para resolverlo de una forma definitiva, no basta con
aplicar apenas un tratamiento mecánico (como el masaje, la rehabilitación con
aparatos mecánicos, entre otros) o solamente fármaco, que ayuda a mejorar los
síntomas pero no trata a fondo la causa del problema.
Según David Ponce, escritor del libro "El dolor de
espalda y las emociones. Conocerse para curarse" y colaborador del Centro
de Alto Rendimiento Deportivo de Sant Cugat (Barcelona), defiende la necesidad
de abordar las dolencias desde una visión holística del individuo y con
medicina integral. “Los expertos que se dedican a ello deberían realizar una
anamnesis (interrogatorio en profundidad) y exploración a fondo del paciente
para encontrar el auténtico origen del dolor, que en ocasiones puede
encontrarse en otra parte del cuerpo bien alejada de la columna o, incluso, ser
de tipo emocional”.
Hay que tener en cuenta que el estrés y la ansiedad producen
una liberación de adrenalina que puede provocar una mayor contractura muscular
y ese podría ser el origen del dolor. Esto explica que, aunque no haya ningún
problema estructural, como la artrosis, una hernia discal o escoliosis, exista
una tensión muscular elevada que produzca el dolor. La posibilidad de que las
emociones sean la fuente del malestar lumbar implica que la persona debe llegar
hasta el fondo de sus emociones y averiguar qué le pasa para poder curarse.
Cuando se afecta la musculatura cervical, por ejemplo, es
probable que haya un problema en la esfera intelectual o temperamental. Son
personas que pasan muchas horas leyendo o escribiendo, que soportan mucha
tensión, exigentes y difíciles de contentar. El dolor en la zona de los hombros
y la parte superior de la columna se asocia, sobre todo, con una sobrecarga, un
exceso de responsabilidad, imposibilidad de llevar a cabo las obligaciones.
Y aún hay más. Las alteraciones en brazos y manos se asocian
a la falta de libertad e imposibilidad de compartir, las de la zona de las
vértebras dorsales se relacionan con las emociones y una sensación de malestar
en el centro frénico (localizado en el diafragma que separa la cavidad torácica
de la abdominal), de forma que cuando una persona recibe una mala noticia, le
falta la respiración y siente malestar en los pulmones y el corazón e, incluso,
es habitual llevarse la mano al pecho.
¿Por qué sucede todo esto? Debido a esa interconexión de los
sistemas motor y nervioso citada antes. "El sistema nervioso, mediante las
neuronas, los neurotransmisores y los impulsos eléctricos, permite que el
pensamiento llegue hasta el tejido muscular en forma de una acción y, quizás,
de una contracción (voluntaria o no). Las emociones provocan de igual manera
respuestas que se traducen en pensamientos conscientes o inconscientes que, a
través del sistema nervioso, llegan hasta los músculos, los órganos, los vasos o
la piel", dice Ponce.
Otras veces, detrás del dolor de espalda se pueden esconder
problemas económicos, familiares, de personalidad, problemas de pareja... En
cualquier caso, el papel de las emociones en el dolor de espalda no debe
banalizarse, sino que hay que tenerlo en cuenta y hacer al paciente partícipe
de su curación.
Fuente: Consumer.es
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